Mis palabras de reconocimiento al Gral. Manuel Belgrano, en un homenaje llevado a cabo durante la sesión del 23 de Junio en la Honorable Cámara de Diputados.
Señor presidente: El pasado 20 de junio se conmemoró el 190 aniversario del fallecimiento del general Manuel Belgrano.
Como ocurre cada año, esa fecha se recordó en mi ciudad, Rosario, con una fiesta popular. En esta oportunidad estuvo presente la señora presidenta de la República, con un gesto que a los rosarinos y santafesinos nos llena de orgullo. Creo que su presencia no fue un reconocimiento a la ciudad sino a la memoria del general Belgrano y a lo que significa la bandera como símbolo patrio. Quiero remarcar este hecho porque más allá de las diferencias que históricamente tuvimos en términos políticos con uno u otro presidente, cada 20 de junio los presidentes de la democracia siempre son bienvenidos en la ciudad de Rosario.
Considero necesario efectuar este homenaje, sobre todo en estos días tan especiales, en los que el espíritu, las palabras y los hechos de Mayo han estado tan presentes.
El general Belgrano fue un protagonista excluyente del nacimiento de la Argentina como Nación. Lo es desde su juventud, ya que teniendo solamente diecinueve años estuvo en España en oportunidad de la Revolución Francesa. Lo es cuando pocos años después –a los veintitrés- es nombrado Secretario del Consulado en la Ciudad de Buenos Aires. Desde allí promueve ideas en materia de educación, del trabajo de la tierra y de la formación de la mujer; se trató de un conjunto de ideas que fueron nutriendo lo que fue el espíritu de Mayo. También lo fue después de mayo en cada una de las responsabilidades que la revolución le otorgó, las que cumplió con absoluta responsabilidad.
Recordemos que fue vocal de la Primera Junta. Posteriormente –aunque no tenía formación militar- llevó las ideas revolucionarias al Paraguay. Si bien no consiguió una victoria militar, allí sembró las ideas de la libertad. Y en poco tiempo el Paraguay declaró su independencia.
También se le dio la responsabilidad de atacar Montevideo, que era la plaza que luchaba contra Buenos Aires para evitar la revolución. Al poco tiempo, para frenar esos ataques, fue enviado a Rosario, donde un 27 de febrero de 1812 enarbola por primera vez una bandera para que sus tropas –las que peleaban contra el español- tuviesen una identificación distinta.
Ese hecho histórico le valió la incomprensión, el reto y casi el castigo de Buenos Aires. No sólo quería enojar aún más a la metrópoli, sino –como muchos historiadores dicen- importunar a la misma Inglaterra.
Ese día el general Belgrano, en esas baterías Libertad e Independencia, en lo que era la Villa del Rosario, le decía a sus pocos y ruinosos soldados: “Juremos vencer a nuestros enemigos, interiores y exteriores, y la América del Sud será el templo de la Independencia, de la unión y de la libertad.”
A pesar de la opinión contraria de Buenos Aires, siendo inmediatamente designado jefe del Ejército del Norte, el 25 de mayo de 1812 –sólo dos años después-, hace bendecir la bandera en Jujuy por Gorriti. Sus palabras fueron las siguientes: “El 25 de Mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo más para recordarlo, cuando sois testigos por primera vez de la Bandera Nacional en mis manos, que nos distingue de las demás naciones del globo. Esta gloria debemos sostenerla de un modo digno, con la unión, la constancia y el exacto cumplimiento de nuestras obligaciones hacia Dios. Jurad conmigo ejecutarlo así, y en prueba de ello repetid: Viva la Patria.”
Siguió su camino Belgrano. Fue jefe de ese Ejército del Norte, protagonista fundamental de algunas victorias que aseguraron la revolución, especialmente la de la Batalla de Tucumán.
Luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, fue diplomático en Europa en años muy difíciles porque, caído el hijo de la Revolución Francesa, parecía que volvía de la mano de la Santa Alianza la contrarrevolución en América. Allí adoptó algunas ideas que muchos han criticado, pero que eran propias de los que querían salvar la revolución.
Protagonista fundamental en el Congreso de Tucumán. Luego le quedaron algunos años en los cuales las enfermedades contraídas por tantas batallas y luchas...Los años de batallas y luchas lo fueron llevando hasta su muerte en 1820.
Solamente quiero terminar con dos cuestiones. En primer término, recordando lo que el pueblo de Rosario pidió a la señora presidenta de la Nación y que sería la mejor forma de que este Parlamento honrara para siempre la memoria del general Belgrano, es decir, que el feriado del 20 de junio no sea prorrogable en la Argentina, celebrándose siempre ese día, tal como se lo hace con el 25 de mayo y el 9 de julio.
En segundo lugar, deseo recordar las palabras del general Belgrano cuando el triunvirato quiso otorgarle la jefatura del Regimiento de Patricios, nombrándolo ya en ese momento Padre de la Patria.
Concretamente, Belgrano sólo contestó –y creo que podemos repetirlo en plural‑ : procuremos ser dignos de ser llamados hijos de la Patria.
Concretamente, Belgrano sólo contestó –y creo que podemos repetirlo en plural‑ : procuremos ser dignos de ser llamados hijos de la Patria.
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